En infinidad de ocasiones los hombres de todas las épocas se
han preguntado sobre la posibilidad de que exista vida más allá de nuestro
planeta, y nunca han encontrado una respuesta exacta a esta pregunta.
Durante siglos, la única información que el hombre podía
tener del espacio exterior provenía del análisis de los meteoritos que proceden
de la desintegración de cometas o de los pequeños asteroides situados entre las
órbitas de Marte y Júpiter o los restos desprendidos del planeta Marte al colisionar
un cuerpo sobre la superficie de éste.
Desde que se formó la Tierra - hace más de 4.000 millones de
años atrás -, miles de meteoritos han alcanzado su superficie y muchos de ellos
han sido estudiados con mayor o menor detenimiento por los científicos, quienes
descubrieron entre ellos un tipo particular de meteorito: los denominados
"condritos carbonosos" que están formados por pequeñas esferas de
silicatos acompañadas de carbono, base de la composición de todos los seres
vivos, ya sean animales o vegetales, que habitan nuestro planeta Tierra.
Entre tantos meteoritos, se han encontrado algunos provenientes
de Marte, que al analizarlos, los científicos descubrieron microscópicos
elementos muy parecidos a bacterias, y que son objeto de estudio.
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